Capítulo 04. Desarrollo evolutivo de la audición y del lenguaje
Rodríguez, M. M., & Algarra, J. M. (2014). AUDIOLOGÍA (S. P. S. E. de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial, Ed.). CYAN, Proyectos Editoriales, S.A.
INTRODUCCIÓN
El sistema auditivo está sujeto a un proceso de desarrollo que afecta tanto a sus elementos más periféricos como a las vías y centros que lo integran a nivel del Sistema Nervioso Central (SNC). Este proceso, que tiene su comienzo en el momento de la concepción, va a prolongarse hasta aproximadamente los 12 años de vida posnatal.
INTRODUCCIÓN
El sistema auditivo está sujeto a un proceso de desarrollo que afecta tanto a sus elementos más periféricos como a las vías y centros que lo integran a nivel del Sistema Nervioso Central (SNC). Este proceso, que tiene su comienzo en el momento de la concepción, va a prolongarse hasta aproximadamente los 12 años de vida posnatal.
DESARROLLO DEL OÍDO EXTERNO (OE)
El pabellón auricular, que inicia su desarrollo embriológico hacia la 5ª semana gestacional (SG), en la 20ª semana ya ha adquirido la forma de la oreja de un adulto y habrá que esperar hasta los 9 años de vida posnatal para que alcance el tamaño final del adulto. El conducto auditivo externo (CAE) también inicia su desarrollo hacia la 5ª SG, de manera que hacia la 21ª SG su luz se encuentra del todo permeable. No obstante, el CAE no alcanzará su forma y tamaño definitivo hasta los 7 años de vida posnatal. Es importante considerar estos factores anatómicos en el desarrollo de estas estructuras del OE, a la hora de proceder a la selección y adaptación de audífonos en aquellos niños que lo requieran por padecer una hipoacusia en este periodo de la vida.
DESARROLLO DEL OÍDO MEDIO (OM)
La formación del OM comienza hacia el 50º día de la vida embrionaria. La membrana timpánica, en la 19ª SG, ya tiene la forma de un adulto, a los 4 meses de vida posnatal mantiene la orientación espacial final y a los 3 años presenta la forma y tamaño definitivos. Los huesecillos, el martillo, el yunque y el estribo, en la 20ª SG muestran el tamaño que posteriormente se observará en el adulto. Su proceso de osificación habrá finalizado hacia las 32 SG y, antes del nacimiento, presentarán el tamaño y forma definitivos. En cuanto a los espacios que conforman el OM, señalar que la caja timpánica finaliza su neumatización en la 33ª SG, a excepción de una parte de la misma, el epitímpano o ático, que lo hace durante la 37ª SG. La mastoides inicia su neumatización en la 34ª SG y finalizará este proceso entre los 10 y 14 años de vida postnatal. Todos estos cambios tienen una gran relevancia para explicar la fisiopatología de una serie de enfermedades que afectan al OM durante la infancia y también tienen sus implicaciones cuando, por diferentes razones, se trata de abordar quirúrgicamente esta región.
DESARROLLO DEL OÍDO INTERNO
La placoda auditiva, germen de lo que posteriormente será el OI, está presente en la 3ª SG. A lo largo de la vida embrionaria irá evolucionando, de forma que hacia la 20ª SG habrá dado lugar a una cóclea con la forma y el tamaño que le corresponden a un adulto. Este dato es así mismo relevante a la hora de establecer en qué momento se puede llevar a cabo la inserción de un implante coclear. Como queda expuesto, ya en el momento del nacimiento, la cóclea presentará una forma y tamaño semejantes a las que se podrán hallar en una persona adulta.
DESARROLLO EVOLUTIVO DE LA AUDICIÓN
Con la finalidad de describir los cambios evolutivos que se producen en la audición durante su desarrollo, clasificaremos los hallazgos de acuerdo al tipo de información auditiva que es procesada.
1) Sensibilidad auditiva: Se han realizado una serie de estudios encaminados a determinar los umbrales mínimos de audición en diferentes grupos de población clasificados en función a su edad. En general, se evidencia un efecto de la edad sobre dichos umbrales, de forma que los niños de 3 meses tienen umbrales más elevados que los niños de 6 meses y un año, y los umbrales de estos niños son aún más altos que los apreciados en los adultos. En el rango de las frecuencias conversacionales (250-8.000 Hz), en una población de niños de 3 meses, los umbrales se sitúan entre los 30 y 50 dB SPL. A los 6 meses de están comprendidos entre 10 y 30 dB, no variando sustancialmente al año. Entre los 3 y 6 meses se producen rápidos cambios en la sensibilidad para detectar sonidos de frecuencias agudas. A partir del primer año la percepción de las frecuencias graves mejora de forma relevante.
2) Procesamiento frecuencial: Son dos los aspectos que pueden ser analizados en el procesamiento frecuencial: la selectividad y la discriminación. La selectividad frecuencial consiste en la capacidad para diferenciar un determinado tono en un ambiente de ruido de fondo, compuesto por sonidos de otras frecuencias. Esta facultad madura rápidamente en los niños, de manera que a la edad de 6 meses tienen la misma selectividad frecuencial que los adultos. Esto es incluso así para niños de 3 meses, exceptuando las frecuencias agudas. La discriminación frecuencial puede ser definida como la capacidad de diferenciar entre dos sonidos de distintas frecuencias, presentados secuencialmente en el tiempo. La capacidad para diferenciar tonos, en el rango de frecuencias conversacionales, es sensiblemente menor en los niños de 3 meses que en los de un año, y en estos respecto a los adultos.
3) Procesamiento temporal : Se refiere a la capacidad para apreciar cambios en la forma de la onda sonora en el tiempo, incluyendo la aparición de interrupciones, fluctuaciones de energía y variaciones en la duración. En general, los niños progresan en esta capacidad a lo largo de los primeros 8 a 10 años, momento en el que alcanzan resultados semejantes a los detectados en adultos.
4) Procesamiento binaural: Las ventajas de oír por los dos oídos son evidentes, no solo en lo que se refiere a la localización de los sonidos, sino también por la facilidad para extraer una señal sonora en un ambiente de ruido. La capacidad para localizar sonidos está presente a los 6 meses y mejora sustancialmente hasta los 18 meses. Sin embargo, los resultados no son equiparables a los apreciados en los adultos hasta los 10-12 años. Respecto a la capacidad para extraer determinadas señales sonoras en un contexto ruidoso, es hacia los 5 años cuando los resultados son equiparables a los apreciados en los adultos.
AUDICIÓN Y LENGUAJE
El proceso de adquisición del lenguaje en el niño es un proceso progresivo e ininterrumpido, en el que influye la maduración del sistema neurosensorial y motor, y que, a su vez, tiene una gran repercusión sobre el desarrollo cognitivo, afectivo y social del niño.
Antes de comenzar a desarrollar el lenguaje propiamente dicho, el niño presenta una discriminación auditiva hacia el entorno sonoro que actúa como elemento precursor del lenguaje.
Las reacciones conductuales del bebé ante el sonido se dan en los primeros meses, donde se observan procesos de atención selectiva ante dichos sonidos. Así, el bebé responde disminuyendo el ritmo de succión del chupete cuando se presenta un estímulo acústico determinado; sin embargo, este ritmo de succión se modifica, acelerándose, si se presenta a continuación otro estímulo acústico diferente.
Además, el niño, al percibir los estímulos verbales del entorno, reacciona frente a ellos, cesando de llorar, por ejemplo, cuando alguien habla. También, a partir de la 6-7 semanas, el bebé es capaz de distinguir entre las distintas entonaciones del adulto, por lo que varía su estado afectivo dependiendo del patrón entonativo que se le presente, bien sea de enfado, por lo que el niño llora, o bien de alegría, por lo que el niño ríe.
Durante los 4 meses, el bebé inicia su comunicación social respondiendo a gestos y palabras del adulto con una sonrisa. Comienza vocalizaciones casi reflejas, tales como gritos, bostezos, suspiros y sonidos casi vocálicos. Posteriormente comienza la etapa del balbuceo rudimentario con vocalizaciones arcaicas, definidas como secuencias fónicas con esquemas melódicos en su mayoría descendentes. La función de dichas vocalizaciones es explorar las posibilidades del tracto vocal y controlar el mecanismo de producción. El niño disfruta y le produce placer realizar estas emisiones. Paulatinamente, a partir de los 3 meses, el niño prolonga la duración de dichas vocalizaciones e incrementa su número, así como el rango frecuencial de las mismas, tanto hacia frecuencias graves como agudas. También modifica ritmos y juega con su voz, produciendo inflexiones con la misma. Estos incrementos en el balbuceo están relacionados directamente con el refuerzo social que se le presenta al niño.
A partir de los 5 meses se pasa de un balbuceo rudimentario a un balbuceo canónico, en el que el niño emite un conjunto articulatorio compuesto por un sonido vocálico de mayor energía y un sonido consonántico (CV), por ejemplo /ma/. Progresivamente, el niño va reduplicando dichas sílabas idénticas /mamama/ y con el paso del tiempo, va diversificando dichas reduplicaciones, tanto en relación a las vocales /mamoma/ como a las consonantes /mamapa/. En general, en lo referente a las consonantes se comienza por las oclusivas sordas /p, t, k/ y evolucionan hacia las oclusivas sonoras /b, d, g/.
A continuación, hacia los 9 meses, se comienza la etapa del balbuceo mixto, formado por elementos significativos y sílabas no reconocibles. Si bien más adelante se tratará con más detalle el desarrollo de la etapa lingüística, de forma resumida se puede decir que es a partir de los 12-15 meses cuando las palabras adquieren significación.
Estas primeras palabras están formadas por 2 sílabas idénticas formadas por una consonante y una vocal, cuya primera función es la de designar. En este estadio, el adulto necesita conocer el contexto para interpretar correctamente estas primeras palabras, porque el niño usa una misma palabra en un contexto determinado, con múltiples significados. En principio, la base léxica del lenguaje del niño va a codificar objetos familiares y personas del entorno, los estados y cambios de estado de estos objetos y personas y, por último, las acciones sobre los objetos. En la medida en que el niño perciba las diferencias de las distintas situaciones y los objetos será capaz de adquirir otras palabras. Entre los 16-18 meses incrementa su vocabulario en 50 palabras y es a partir de este número de elementos cuando es capaz de iniciar la combinación de 2 palabras para iniciar la holofrase. Hacia los 20 meses su vocabulario es aproximadamente de 100 palabras, incrementándose a 300 palabras a los 24 meses, y a esta edad comienza a preguntar por el nombre de los objetos de su entorno.
A los 3 años ha adquirido aproximadamente 1.000 palabras y usa enunciados de más de 2 palabras con estilo telegráfico. El niño marca la posición de una palabra en los enunciados del adulto y tiende a usarlas en el mismo contexto. Del mismo modo tiende a generalizar reglas aplicándolas a situaciones nuevas, con lo que utilizará “ha ponido” en vez de “ha puesto”, “vinió” en lugar de “vino”. Además, va a comenzar a usar la estructura morfosintáctica básica de sujeto, verbo y complemento de objeto dando sentido a la frase. En esta edad comprendida entre los 3 y 6 años, el niño domina la estructura fundamental de la lengua materna y es capaz de hacer su habla inteligible, pero no significa que ha terminado su proceso de adquisición de lenguaje, sino que debe continuar profundizando en las diferentes áreas lingüísticas.