Problemas de diagnóstico en los trastornos del lenguaje del desarrollo



La Asociación Estadounidense del Habla, Lenguaje y Audición (ASHA) ha definido el trastorno del lenguaje como un impedimento en la “comprensión y/o el uso de un sistema de símbolos hablado, escrito y/o de otro tipo. El trastorno puede involucrar (1) la forma del lenguaje (fonología, morfología y sintaxis), (2) el contenido del lenguaje (semántica) y/o (3) la función del lenguaje en la comunicación (pragmática), en cualquier combinación” ( 1993, pág. 40).

Esta definición asume una perspectiva naturalista (Tomblin, 2008), en la que la discapacidad se caracteriza como una desviación del nivel promedio de capacidad alcanzado por un grupo similar de personas. En este caso es útil porque cubre una amplia gama de comportamientos lingüísticos a través de diferentes modalidades. Sin embargo, no ayuda al médico a decidir qué diferencias en el comportamiento del lenguaje constituyen un impedimento o en qué nivel de deterioro se justifica la intervención. En el caso de Jamie, podríamos preguntar, ¿la decisión debería basarse en la desviación de las expectativas de edad cronológica o en el nivel general de capacidad cognitiva? ¿Qué tan atrasado debe estar el lenguaje de un niño para justificar la intervención? ¿Es una deficiencia aislada en un aspecto del lenguaje tan grave como una deficiencia más leve en una variedad de habilidades lingüísticas?

En lugar de preocuparnos por el nivel absoluto de discapacidad del lenguaje, podríamos preguntarnos sobre el impacto de la discapacidad del lenguaje en el desarrollo general del niño y su capacidad para funcionar en situaciones cotidianas. Tomblin (2008) se refiere a esto como una perspectiva normativa, que tiene en cuenta los valores y expectativas de la sociedad con respecto al comportamiento individual. Afirma que “existe un trastorno del lenguaje cuando el nivel de logro del lenguaje del niño resulta en un nivel inaceptable de riesgo de resultados indeseables” (p. 95). En otras palabras, un trastorno del lenguaje sólo debe diagnosticarse cuando interfiere con la capacidad del niño para cumplir con las expectativas sociales ahora o en el futuro. Esto podría incluir dificultades con las relaciones sociales, el rendimiento académico y las perspectivas de empleo en el futuro.

Tal definición es neutral con respecto a las causas del deterioro del lenguaje; en cambio, se enfoca en aquellos comportamientos lingüísticos que aumentan el riesgo de resultados adversos. Pero, ¿cómo identificamos el nivel de deterioro del lenguaje que conlleva el mayor riesgo de resultados deficientes? ¿Y cómo medimos el impacto del deterioro del lenguaje en las actividades diarias del niño?

Probablemente no se sorprenda al escuchar que hay poco consenso en el campo sobre la mejor manera de resolver estos problemas. Es posible que se sorprenda más al escuchar que también hay poco consenso sobre los términos que usamos para describir estos trastornos, pero esto claramente tiene un impacto en la conciencia pública y las disposiciones para los trastornos del desarrollo del lenguaje (Bishop, 2010).



Paul, R., & Norbury, C. (2012). Language Disorders from Infancy Through Adolescence - E-Book: Listening, Speaking, Reading, Writing, and Communicating (English Edition) (4.a ed.). Mosby.