En los últimos años se están produciendo muchos avances en la comprensión de la corteza entorrinal. Se ha descubierto por ejemplo, que la estimulación de esta área promueve la neurogénesis y la mejora de la memoria espacial.
Se sabe, desde hace tiempo, que los primeros indicios de la enfermedad de Alzheimer se originan en la corteza entorrinal. Un área que se conecta de forma directa con el hipocampo y es clave en todos los procesos relacionados con la memoria episódica, autobiográfica y espacial. Es también esa estructura que protege nuestra identidad y la capacidad de adaptación al medio. En los últimos años, se comprende ya cómo la proteína TAU se acumula de manera notable en esta región de nuestro cerebro y favorece así una lenta neurodegeneración. Ahora bien, estudios como el publicado en el Journal of Neuroscience, por ejemplo, nos avanzan un dato realmente positivo.
Se ha visto que la aplicación de estimulación eléctrica en la corteza entorrinal favorece la producción de células granulares dentadas, las cuales se integran poco a poco en las redes del hipocampales. Es decir, se produce una neurogénesis, la cual, tiende a mejorar levemente los procesos cognitivos relacionados con la memoria en estos pacientes.
Son pequeños avances, no cabe duda. No obstante, en la actualidad, estrategias basadas en la estimulación cerebral no invasiva están dando interesantes resultados. “La neurociencia es, por mucho, la rama más excitante de la ciencia, porque el cerebro es el objeto más fascinante del universo. Cada cerebro humano es diferente, el cerebro hace a cada ser humano único y define quién es”.
Funciones de la corteza entorrinal
La corteza entorrinal es un área del cerebro ubicada en el lóbulo temporal medial. A menudo se define como esa área “interfaz” que trabaja en comunicación constante con el hipocampo y el neocórtex. Asimismo, cabe señalar que se divide en dos regiones: medial y lateral.
Es, a su vez, una estructura con múltiples conexiones hacia diferentes áreas cerebrales. Trabaja, por ejemplo, en conjunción con las vías olfativas y visuales. También está vinculada con los lóbulos temporales, parietales y frontales. Sin embargo, como hemos señalado ya, su principal labor es hacer de puente directo con el hipocampo. Asimismo, es importante saber que el interés en la corteza entorrinal surgió a finales del siglo XIX con Santiago Ramón y Cajal. Fue en medio de sus estudios para comprender las funciones del SN cuando descubrió una parte peculiar de la corteza temporal posterior que le llamó increíblemente la atención.
1. Memoria declarativa y espacial
La corteza entorrinal es clave para asentar dos tipos de memoria: la declarativa y la espacial. Ello significa que esa conexión constante con el hipocampo permite, entre otras cosas, integrar eventos que conforman nuestra memoria declarativa, episódica y semántica. Es en esta región donde se esculpe, por así decirlo, nuestra identidad, narrativa interna, nuestra historia personal. A su vez, también ayuda a orientarnos en el espacio y a situarnos en cualquier escenario.
2. Memoria emocional
Tal y como hemos señalado, la corteza entorrinal envía y recibe información al hipocampo, la estructura más relevante del sistema límbico. No podemos olvidar que esta área, está conectada también con la amígdala, por tanto, es inevitable que cada recuerdo tenga también un componente emocional. Todos estos procesos, los integra y almacena esta pequeña estructura tan relevante.
3. Centro olfativo
La corteza entorrinal integra diversas partes de la corteza olfativa. En el reino animal, y sobre todo en los depredadores abarca una porción mayor, pero en los humanos y en primates el bulbo olfativo conecta solo un 10% de su estructura con la corteza entorrinal. No obstante, se suele interpretar que, esa conexión facilita sobre todo esa memoria olfativa; lugar donde a menudo, creamos anclajes con determinados hechos del pasado y sus olores particulares.
La corteza entorrinal y la enfermedad
Las alteraciones en la corteza entorrinal se asocian con diversos trastornos. El más conocido es la enfermedad de Alzheimer. Así, la acumulación de la proteína tau (mutada), junto a los ovillos neurofibrilares que genera, suele aparecer sobre todo en esta área.
Estudios, como el llevado a cabo en la Columbia University Medical Center, mediante resonancia magnética funcional, apuntan a este lugar como la puerta de esta enfermedad tan devastadora. Asimismo, también se ha podido comprobar cómo el deterioro entorrinal deriva en fallos cognitivos que, poco a poco, preceden a la reducción del volumen del hipocampo. Algo muy clásico en pacientes con demencias tipo Alzheimer.
Por otro lado, hay otra enfermedad vinculada con la corteza entorrinal: la esquizofrenia. Así, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Udine, en Italia, han observado una clara reducción de esta área en todos los pacientes que sufren este trastorno. Aparece sobre todo en el área derecha, conformando una asimetría estructural muy llamativa.
Fuente: La mente es maravillosa