La corteza entorrinal (formación del hipocampo) en el envejecimiento y en la enfermedad de Alzheimer. Interpretación neuroanatómica


RESUMEN
En este trabajo se realiza un análisis de los cambios a nivel neuronal que presenta la corteza entorrinal a lo largo del envejecimiento (30 casos) y en la enfermedad de Alzheimer (17 casos). Los cambios en ambos casos indican una pérdida neuronal (medida por un índice de la atrofia cortical) de la corteza entorrinal. Aquellas porciones que se relacionan más intensamente con la corteza cerebral de asociación polisensorial apenas muestran variación con el envejecimiento, mientras que sufren una pérdida neuronal y una atrofia muy intensa en los casos con enfermedad de Alzheimer. Esta situación es interpretada a la luz de los conocimientos actuales de las conexiones neuroanatómicas de la corteza entorrinal y del resto de la formación del hipocampo y de su papel en las funciones de memoria.

Introducción
Desde que a comienzos de siglo Bechterew (1900) describiera cambios en la memoria asociados a lesiones neuropatológicas demostrables en la parte medial del lóbulo temporal, esta zona cerebral se ha asociado a dicha función. Desde entonces son numerosos los estudios que han constatado y extendido esta simple asociación entre la memoria y la formación del hipocampo. especialmente notable fue la descripción de un paciente (paciente H.M.) al que, para aliviar de una epilepsia intratable, se resecó la parte anterior y medial de ambos lóbulos temporales, estudio publicado en 1957 por Scoville y Milner. La resección incluía el polo temporal, la amígdala y la mayor parte de la formación del hipocampo. Este paciente, el cual aún vive, presentó desde el postoperatorio y hasta la actualidad, una incapacidad para formar nuevos recuerdos. La relación entre la formación del hipocampo y la memoria anterógrada fue posteriormente reforzada en un caso descrito por Zola-Morgan y colaboradores en 1986, el cual presentaba un déficit de memoria anterógrada tras un fallo cardíaco que lesionó selectivamente el sector CAl del hipocampo. No se encontraron otras lesiones estructurales capaces ele explicar el déficit de memoria en este caso. Por consiguiente, la alteración del flujo normal ele los impulsos nerviosos a través del hipocampo mediante la lesión selectiva ele uno de sus campos fue suficiente para impedir que las experiencias nuevas se consolidaran como recuerdos. Muy recientemente el mismo grupo de investigadores (RempelCiower y cols., 1996) ha publicado tres casos más en los que se hace una exhaustiva caracterización neuropsicológica, neuroradiológica y neuroanatómica de estos pacientes.

De un modo independiente Hyman y cols., (22) publicaron un estudio en el que mostraban cómo en la enfermedad de Alzheimer, la lesión de otro componente de la formación del hipocampo, en este caso la corteza entorrinal, mostraba una clara correspondencia con los datos neuroanatómicos experimentales obtenidos en primates. Aunque la neuropatología de la corteza entorrinal en la enfermedad de Alzheimer ya era conocida anteriormente, este trabajo puso de manifiesto que la destrucción predominante de las capas II y V de la corteza entorrinal aislaba el hipocampo del resto de la corteza cerebral. La base neuroanatómica última ya era conocida desde los estudios de Cajal. La corteza entorrinal, por medio de la vía perforante es la principal fuente de aferencias del hipocampo. El estudio concluía que esta desconexión aislaba el hipocampo del resto de la corteza cerebral, atribuyéndose a este hecho los trastornos de memoria tan característicos de la enfermedad de Alzheimer.

Estos dos ejemplos no hacen sino reforzar la noción de que la formación del hipocampo contribuye de un modo decisivo en la memoria denominada declarativa. Esta elaboración, cualquiera que sean sus mecanismos celulares y moleculares últimos, requiere la integridad de los circuitos neuroanatómicos de la formación del hipocampo, y cuando por efecto de una noxa se lesiona alguno de los eslabones ele esta cadena surge un deterioro de la memoria susceptible de ser detectado por pruebas neuropsicológicas.


T. Sobreviela, A. lnsausti, A. Salinas, L.M. Gonzalo y R. l nsausti
Departamento de Anatomía. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra